."chopito", el nombre, viene de chopo. Chopito,
ella (porque a pesar del nombre era gatit
a), no vino de un árbol, aunque los primeros meses pareciese un clon del mono Amedio, sino de la mano de un amigo un
14 de noviembre de hace 9 años.
Si al principio parecía un mono, pronto descubrimos que su comportamiento era de perro.
"ate", el nombre, viene de Atenea. Ate,
ella, era una pequeña gran diosa que recibió a un mono-perro de mala gana al principio y con la devoción de madre adoptiva con el tiempo.
Chopito y Ate se hicieron inseparables. La una copiaba como alumna aplicada todas las costumbres de una vida de gato dedicada al placer, la otra se ocupaba del aseo de ambas y asumía con gusto el papel de madre y maestra. Así aprendió Chopito que la felicidad se encuentra en un regazo, que no hay mejor lugar que las mañanas al sol, y que el plato más exquisito de la tierra es un trocito de jamón de york (para ser sincera en esta última enseñanza Ate fracasó, Chopito, más humana y menos diosa, decidió que el plato más sabroso debía ser más contundente y se hizo fiel seguidora de los lácteos... más concretamente de la mantequilla).
Durante ocho años allí donde más calorcito hacía se podía ver una masa de pelo con dos cabezas, ronroneando a la par, soñando con palomas y turnándose para la vigilancia en caso de peligro.
Luego, un día de julio, Ate se volvió al Olimpo. Chopito, la gatita-perro, no lo supo entender y se pasó medio año esperando su regreso, pero no quiso esperar más y se dejó marchar.
Chopito llegó un 14 de noviembre y se fue 8 años y 3 meses después, hace hoy un año.
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